Los agobios del trabajo, las preocupaciones personales, los conflictos familiares, los horarios imposibles y la montaña de quehaceres pendientes, se van acumulando en nuestra cabeza cada día, y pueden llegar a ser agotadores.
Cuanto más nos preocupamos por hacer las cosas, más nos estresamos y acabamos sacando menos tareas adelante. Entonces nos sentimos fatal por no cumplir con los objetivos y volvemos de nuevo al estado de ansiedad y preocupación. Un círculo vicioso de lo más desagradable.
Ojo, porque si no podemos remedio el estado de preocupación se puede volver crónico y afectar a nuestro apetito, relaciones sociales, calidad del sueño y rendimiento, e incluso puede tener consecuencias físicas y mentales graves como la depresión, trastornos digestivos, daños en el sistema inmunológico y ataques cardíacos. ¿Se puede frenar este estado de preocupación y ansiedad constante? Claro que sí, toma nota y pon en práctica estos sencillos trucos.
1. Toma el aire. Está demostrado que pasar tiempo en la naturaleza ayuda a relajarnos. Según demostró un estudio realizado en la Universidad de Stanford, las personas que disfrutan de su tiempo de ocio al aire libre tienen una menor actividad en la región del cerebro asociada con la depresión.
Además, se cree que respirar aire limpio y fresco –en particular aquel cargado con phytoncides, compuestos que se encuentran en árboles como pinos, cedros y robres–, reduce la presión arterial, disminuye el estrés y aumentar la cantidad de glóbulos blancos en sangre.
2. Come sano. No se trata de una campaña global para que te pongas a dieta, pero si estás atacado de los nervios debes cuidar lo que pones en tus platos. El estrés afecta a las personas de diferentes maneras.
A algunos les da por comer menos, otros se decantan por los excesos y hay quienes sacian su ansiedad consumiendo alimentos poco saludables. Ninguna de ellas una buena idea. Debes saber que llevar una dieta inadecuada afecta a tu estado de ánimo aumentando la sensación de agobio y haciendo que te sientas aun peor.
3. Haz una lista. Visualizar claramente sobre papel las tareas pendientes, puede ser la clave para acabar con determinadas preocupaciones que, ahora lo verás, en realidad ni son tantas ni son para tanto.
Sitúa cada tarea en diferentes grupos según su prioridad y tiempo de realización. “Reevaluar la situación ayuda a eliminar los miedos de la mente”, aseguraba en US News la investigadora de la Universidad de Chicago Sian Beilock, “es probable que te estés preocupando en exceso por situaciones y cosas que no son tan importantes”.
4. Abandona la cafeína. Si estás preocupado y estresado, aunque creas que te ayuda a mantenerte despierto para poder sacar adelante más quehaceres, la cafeína estimula el sistema nervioso, lo que puede desencadenar un pico de adrenalina que te haga ponerte verdaderamente de los nervios.
Tu estado actual te sonará a la calma más absoluta si te da una taquicardia por abusar del café y otros estimulantes.
5. ‘La hora de las penas’. “En ocasiones estamos tan inmersos en una preocupación que no nos sienta nada bien que nos digan que nos relajemos y dejemos de obsesionarnos”, explica en LiveScience Tom Borkovec, profesor de psicología en la Universidad Estatal de Pensilvania, quien recomienda reservar un momento cada día para rayarnos de verdad, y después, a disfrutar de la vida: “Debemos establecer un Worry Time –algo así como ‘la hora para preocuparnos’– para abordar las preocupaciones de tal forma que las dejemos de lado el resto del día hasta que llegue la hora de centrarnos en el problema y buscar soluciones”, aconseja encarecidamente el experto en psicología.
6.- Date un baño. Dependiendo de la época del año esta opción será más recomendable o no. Darse un baño gasta mucha más agua que darse una ducha, pero mientras chapoteas podrás olvidarte de todo el estrés del día y, de paso, asearte.
7. Haz ejercicio. Quizás empieces a pensar que esto de ‘hacer deporte’ es el comodín que se utiliza como solución para todo. Y probablemente no te falte razón, pero, al menos en este caso, funciona de verdad.
Practicar ejercicio regularmente aumenta los niveles de serotonina –conocida como la hormona de la felicidad– en nuestro organismo por lo que nos sentimos más alegres y calmamos los malos pensamientos y la ansiedad. Guarda un rato al día para despejar tu mente, y si puedes aprovechar para hacer deporte al aire libre y sacarle partido al punto número 1, mejor que mejor.