Para conocer mejor la carrera, ¿qué mejor que hablar con uno de los titanes que se enfrentaron a ella en su pasada edición. Su nombre es Víctor Romía, tiene 31 años y es de Fraga (Huesca).
Aficionado y amante de la bicicleta, aunque su vida profesional no tiene nada que ver con los pedales, dedica gran parte de su vida a las dos ruedas. No titubeó a la hora de plantearse hacer la Titan Desert: "Desde que supe que se realizaba esta carrera quise participar. Tuvieron que pasar unos años para que se dieran las condiciones adecuadas: disponer de tiempo suficiente para entrenar pronto en la temporada y convencer a un buen compañero para disfrutar más de la carrera", explica Víctor.
A pesar de su entrenamiento personal, esta carrera por el desierto va mucho más allá. "Una carrera por etapas te obliga a cambiar un poco la preparación respecto lo que sería una temporada normal de un cicloturista. En mi caso intenté entrenar unas 8-10 horas por semana e intentar aprovechar alguna semana de vacaciones para encadenar varios días consecutivos de entrenos. Todas las marchas y carreras que puedas realizar antes también ayudan", recuerda Víctor.
Pero además del entrenamiento físico, uno de los aspectos más duros de la Titan es saber cómo enfrentarse psicológicamente a seis días y 700 kilómetros de travesía por el desierto. Para Víctor, "esto es más difícil. Es fundamental no venirte abajo tras una etapa dura o si algo no sale como esperabas. Al fin y al cabo es importante no perder de vista que los no profesionales vamos allí para disfrutar de la experiencia".
En cuanto al perfil de la carrera, Víctor lo define como bastante variopinto. En ella podemos encontrar más hombres que mujeres, desde participantes de poco más de 20 años a alguno con más de 70. También hay desde profesionales a participantes que se proponen terminar la carrera como un reto personal.
Sin embargo, Víctor destaca el buen ambiente de la carrera. Y es que seis días por el desierto debe unir mucho. "La carrera se desarrolla intensamente pero con un gran espíritu de deportividad. En la primera etapa se sale a tope a pesar de todo lo que queda, y esta tónica se mantiene durante los seis días restantes".
El ambiente, según Víctor, es excelente, "uno de los mejores alicientes de esta carrera. Tanto en carrera como en los campamentos se respira un gran ambiente, todos estamos allí para disfrutar de esta semana".
Pero ese buen rollo también deja espacio para cierta competitividad, sobre todo en los primeros puestos de la clasificación, recuerda este ciclista de 31 años. "Es normal, son profesionales y es su trabajo. A pesar de esto ves comportamientos como que el primer grupo se parara a esperar a Heras cuando sufrió la caída que le obligó a abandonar en la edición 2013, que no ves en ninguna otra carrera".
Además, Víctor recuerda que el camino se hizo duro en muchas ocasiones. "El tramo de las dunas es muy duro, pero te lo esperas. Personalmente el tramo más difícil fueron los últimos 50 kilómetros de la tercera etapa (130 kilómetros en total) por terreno muy blando, viento de cara y mucho calor", dice.
"En la tercera etapa sufrí una lesión en la rodilla derecha que me impedía pedalear con normalidad. Los últimos kilómetros se hicieron muy duros, al ver como te pasa casi todo el pelotón sin poder seguir ninguna rueda es fácil venirte abajo. Ese día tardé más de ocho horas en terminar la etapa, y me di cuenta de que los verdaderos héroes son los de la cola del pelotón, que también sufren, y durante más tiempo", comenta Víctor.
Sin embargo, Víctor ya se plantea nuevos retos en los pedales o darle otra oportunidad a la Titan: "Hay más carreras por etapas similares, como Cape Epic o Transmongolia. Sin lugar a dudas, correr una carrera así es una experiencia única, no sólo a nivel deportivo sino también a nivel de crecimiento personal. Yo me planteo volver".
Para Víctor la bici es mucho más que un deporte precioso. Para este aventajado aficionado es una parte importante de su vida que le ayuda a construir un sano balance a nivel familiar y profesional.