Si la tendencia que abanderan un buen número de corredores, herederos de Bikila y Zola Budd y aspirantes a paleoatletas de correr descalzo (en inglés barefoot running), los meses de calor son ideales para probar la tendencia exactamente opuesta: correr sin nada más que las zapatillas.
Por razones evidentes, salvo en playas complejos turísticos nudistas es raro ver a alguien entrenando sin absolutamente nada encima. De hecho, existe un circuito con carreras de ropa opcional -en la práctica, los “textiles”, es decir, quienes se tapan con un escueto pantalón de atletismo y una camiseta están tan mal vistos como en las playas- en Estados Unidos.
Existen algunas carreras como Caliente Bare Dare 5K, con más de 500 participantes. Las mejores marcas en categoría masculina andan en torno a los 15 minutos, lo que indica que no se trata de una actividad a la que se lanzan streakers vocacionales o un juego para exhibirse, lo que puede que no tenga nada de malo pero no tendría nada que ver con correr o el fitness.
En realidad, no es tan descabellado correr y competir desnudos. Que sea la manera en la que sabemos que se hacía en las antiguas olimpíadas da alguna pista, aunque también el mejor argumento para el uso de ropa deportiva: los tejidos modernos mejoran el rendimiento y la comodidad. Además protegen de rozaduras y del sol.
Por supuesto, sólo a alguien con ganas de sufrir amputaciones se le ocurriría salir a correr desnudo por Teruel en febrero o subir al Mont Blanc sin más que las botas.
En los días y lugares en que correr o entrenar sin ropa sí es una opción, la protección que ofrece una camiseta no está clara: una buena capa de crema solar va a hacer más por evitar quemaduras, y ninguna prenda, ni las más ceñidas y mejor diseñadas mejoran la aerodinámica o la temperatura corporal.
¿Y los pantalones de atletismo? Por ligeros y vaporosos que sean, más que evitar rozaduras son los principales culpables de que ocurran. Ya puedes utilizar un tubo entero de vaselina en todos los pliegues de la piel, pezones y demás protuberancias, un día de julio junto al mar. Después de una decena de kilómetros, aún con un tejido ceñido y sin costuras, el resultado es parecido a haber pasado una piedra de amolar.
Y, seamos sinceros: nadie se arrastra sentado por piedras o corre por terreno de plantas pinchudas de ochenta centímetros; y si lo hiciera, el pantalón no iba a servir de mucho.
En realidad, al correr desnudo, al menos al seguir la normativa de la mayoría de las carreras, no se renuncia a la protección de una gorra, una pequeña mochila con lo imprescindible en trail o palos de trekking. Si no se quiere además ser corredor descalzo, hasta se pueden usar zapatillas y calcetines: renunciar a la protección de camiseta y pantalón no es precisamente una actividad con riesgo extremo.
La segunda razón que se esgrime para el uso de ropa necesario es la higiene. De nuevo, cuesta ver en qué sentido es más higiénico llevar una prenda manchada con toda la gama de fluidos corporales durante kilómetros que dejar que se pierdan, junto al sudor, al aire.
Cada vez que termino una carrera en verano siento que la camiseta y el pantalón han servido para poco más que para almacenar además de sudor, sangre de las rozaduras y arena y polvo, los restos de cada vez que he tenido que hacerme un lado del camino o echar la saliva seca.
Y la objeción definitiva: ¿no es molesto el vaivén de las partes que quedan sueltas? Según la ganadora de tres de estas pruebas, Whitney Lasseter, no; ella dice que así se siente más libre y “más aerodinámica”. Correr desnudo por lugares en la naturaleza significa también para quienes lo hacen una “experiencia orgásmica para la psique”, y parte de esa sensación surge de sentir el aire libre y el sol en partes del cuerpo que generalmente están tapadas. En todo caso, no parece que resulte molesto o desequilibrante.
Una vez mirado con tranquilidad no parece que el uso de ropa deportiva en meses cálidos suponga ninguna ventaja. Aún así, después de ver algunas imágenes de la carrera “”con ropa opcional” más importante del mundo, Bay to Breakers, en San Francisco, elijo competir vestido.
La ropa es democrática: gracias a la ropa deportiva, todos podemos parecer más o menos iguales, guapos y jovenes, delgados y atléticos. Basta con encontrar lo que nos guste y moleste menos. Porque con la ropa de fiesta y reuniones formales de trabajo, ya tenemos bastante esfuerzo en mantener la imagen, la verdad.