El error consiste generalmente en que el mismo hecho de marcarnos unos objetivos, induce en nosotros el miedo al fracaso. Y el miedo, no es más que un lastre que nos limita y nos reduce las probabilidades de éxito.
Contra el miedo sólo existe un antídoto, la acción. Podemos hablar del precipicio, reflexionar sobre el o medirlo, pero al final lo que cuenta es saltarlo, ósea, actuar.
El miedo siempre muere antes de la acción, ya que si lo piensas, no se puede tener miedo a lo ya realizado. Si sale mal, durará sólo un segundo, pero si sale bien, durará para toda la vida.
En intentarlo y en atreverse está la clave del éxito. Una de las frases que trato de que siempre me acompañen es que “la vida es de los valientes”. Pero para lograrlo y cómo bien explica en “Los 88 peldaños del éxito de Anxo Pérez”, es importante que esos objetivos que nos marquemos los fijemos con las 5 claves que Anxo denomina el Pentágono Mágico.
Concreción. Es vital ser muy escrupuloso en la definición de los objetivos, con sus hitos y sus plazos ya que si no es fácil perdernos en la maraña de los sueños y que no lleguemos a conseguirlos. Por ejemplo “quiero correr más rápido” no es un objetivo. Voy a hacer un 10 en menos de X minutos sí lo es, es fácil medirlo y cuantificarlo.
Hazlo digerible. Que sea algo fácil de cumplir, ya habrá tiempo de ponerse objetivos más exigentes. Vamos poco a poco para no caer en la decepción. Esto es especialmente importante a la hora de correr, si normalmente haces un 10k en 50 minutos, no es realista decir que lo quieres hacer en menos de 40 minutos
Tolerancia-cero. Márcate un mínimo para aquellos días en los que el objetivo completo se te haga muy pesado, este es tu objetivo tolerancia cero, aquel que sea tan fácil de cumplir que pase lo que pase no haya ninguna excusa que justifique su cumplimiento. Por ejemplo correr al menos 20 minutos 5 días a la semana.
La locomotora. Para darnos cuenta de lo importante que es no fallar ni un solo día de lo que nos hayamos propuesto, dibuja una locomotora cada día que vayas cumpliendo tu objetivo, aunque sea con el mínimo impuesto como los días de tolerancia cero y piensa que romper la cadena te hace empezar de cero. Esto nos ayudará a no fallar nunca. Por ejemplo, si uno de los días que tengo que correr no me apetece, piensa que con sólo los 20 minutos de tolerancia cero, conseguiré no romper mi locomotora y que ésta siga funcionando.
Los despertadores. Son disparadores que pones en tu vida para activar el cumplimiento de un objetivo. Estos son cosas que hagas todos los días y que nos sirvan para concretar el momento en que debemos intentar nuestro objetivo.
Por ejemplo, antes de la ducha, de la cena, al salir del trabajo, cosas que hagamos todos los días y enlacemos directamente con cumplir nuestro objetivo. No nos damos margen a pensar, si nos apetece o no nos apetece, lo hacemos como acto automático y por tanto cuesta menos, ya que no tenemos que vencer la pereza.
En fin, el objetivo al final de cualquier corredor además de conseguir una marca determinada, debería ser encontrase bien con uno mismo, con nuestra mente y con nuestro cuerpo. Y este objetivo es fácil de cumplir porque el mero hecho de correr, ya suele producir estos efectos. Lo demás, llegará por si sólo con trabajo y entrenamiento.