En España, existen un millón de personas con deficiencia visual de algún tipo y 70.000 registradas con ceguera legal, según datos de la Fundación Retina Plus. Sin embargo, si para una persona sin problemas de visión correr es sinónimo de salud, para una persona invidente lo es mucho más, ya que mejoran su autonomía, orientación en el espacio y la movilidad para desplazarse.

No obstante, existen distintos tipos de grados de ceguera a la hora de catalogar a los deportistas que practican algún tipo de disciplina olímpica. La International Blind Sports Federation (IBSA) ha desarrollado un sistema de selección de los atletas con problemas visuales, mediante un sistema sencillo de letras y números.

 

B1: Significa un grado de ceguera total; es decir, una percepción de la luz tan corta que apenas pueden diferencia la palma de la mano a menos de un metro de los ojos.

B2: Es un grado medio de ceguera, donde pueden distinguir manchas o colores, además de ver la silueta de la mano a un metro de distancia.

B3: Parcialmente vidente, puede llegar a ver a 6 metros lo que una persona vidente ve a 60

 

A la hora de salir a correr, ya sea para competir o para entrenar, los corredores invidentes deben llevar a una persona al lado que le sirva como guía. En este sentido, hay tres herramientas que les son de suma utilidad:

 

1.- Una cuerda que une una de las manos del guía con otra del corredor

2.- Un palo en el caso de las rutas por montaña que mantiene en permanente contacto al guía y al corredor invidente que esté corriendo en ese momento. Además, en estos casos, suelen ir corriendo tres personas a la vez: el guía en primer lugar, en el medio una persona del nivel B1 y al final otro corredor con alguna deficiencia visual.

3.- Una cinta que, situada a la altura de la cintura de ambos corredores permite liberar las manos a la vez que se está en contacto.

 

Ya sea en una o en otra modalidad, guía y corredor tienen que formar un equipo sólido y totalmente coordinado. Por ello, los entrenamientos, además de tener el objetivo de ganar forma física, también sirven para que ambos se compenetren en busca de la sincronización perfecta.

En cuanto a las pruebas más duras, la maratón se lleva siempre el primer premio. En ella, el Reglamento de Atletismo del Comité Paralímpico Español permite que los corredores intercambien de guía al menos dos veces durante la carrera, siempre y cuando “se produzca en los kilómetros, 10, 20 ó 30”.

Bien lo sabe la atleta invidente Mari Carmen Paredes, la nueva revelación en el atletismo paralímpico español y que ganó la última maratón de Londres junto con su guía (y marido) Lorenzo Sánchez, marcando además el nuevo récord del mundo en esta disciplina.

Un claro ejemplo de superación personal que demuestra que querer es poder y que, en el running, no hay más obstáculo que nuestra forma física y fuerza de voluntad.