Actualmente estamos bombardeados de tecnología. Después de un entrenamiento podemos tener tantos parámetros al alcance que a veces nos sobrepasan y olvidamos el mero hecho de salir a entrenar y disfrutar del entrenamiento.
Está claro que la tecnología nos ayuda, ya que puedes llevar prácticamente sin darte cuenta un ordenador encima, dándote valores de todo tipo al instante (velocidad o ritmo/km, pulsaciones, potencia, cadencia de pedaleo, frecuencia de zancada, desnivel acumulado…)
Estos datos a la hora de programar un entrenamiento tienen su relevancia, pero como decía anteriormente, no podemos volvernos locos con tantos números, porque a veces puede ser contraproducente.
Seguro que a muchos de vosotros en numerosas ocasiones os ha ocurrido que erais incapaces de subir el pulso hasta vuestra supuesta zona de entrenamiento objetivo en el entrenamiento, y para intentar cumplir lo planificado por vuestro entrenador habéis sufrido mucho más de la cuenta en un entreno cuyo objetivo no era ese.
Por ello, y en el caso en que consiguierais cumplir el entrenamiento con el pulso que tocaba, vuestro esfuerzo (por diversas razones) ha sido mucho mayor, por lo que el objetivo del entreno y el parámetro fisiológico trabajado será bien distinto al planificado.
Ni mucho menos estoy diciendo que en este caso el pulsómetro no valga para nada, solo que tanto el pulso como el resto de posibles valores con los que los entrenadores marcamos los entrenos, a la hora del deportista ponerlos en práctica tiene que tener otros aspectos en cuenta, y que el entrenador es imposible que controle si no son habituales en nuestro día a día (pocas horas de sueño, problemas familiares, demasiado estrés en el trabajo…).
Por ello, tenemos a nuestro alcance una herramienta gratis, sencilla y que no tenerla en cuenta, fijándose únicamente en la tecnología, puede ser un error. Esta herramienta es la escala de Borg o percepción subjetiva del esfuerzo.
Es muy sencillo, únicamente tendrás que dar un valor después del entrenamiento (o durante las diferentes partes del entrenamiento) valorando el esfuerzo que has percibido al realizarlo. Lo normal si tenemos poca experiencia es dudar entre dos o incluso tres números, pero la experiencia nos hará que cada vez lo vayamos teniendo más claro.
A mí particularmente me gusta utilizar la escala 1 -10, aunque Borg primeramente ideó una con valores comprendidos entre 6 y 20, con el objetivo de correlacionarla con el pulso (por ejemplo, al valor 10, le corresponden 100 pulsaciones).
A todos los deportistas que yo entreno de forma online, aparte de marcarles las zonas de entrenamiento en ritmo/km, pulso o potencia basados en unos test en cada uno de los de los tres deportes, también marco cuál debería de ser ese valor en su escala subjetiva del esfuerzo al terminar el entrenamiento.
Por lo que os animo a darle importancia a este valor, a saber ajustarlo con lo planificado por vuestro entrenador, ya que aunque él pueda tener en cuenta que tenemos un trabajo activo o que no descansamos todo lo que deberíamos, nosotros los entrenadores de triatlón no podemos tener en cuenta situaciones especiales que pueden ocurrir en el día a día y que hacen acumular un cansancio extra.