Todos los años lo mismo. Justo cuando llega el verano, los días son más largos y tengo más tiempo libre me cierran el gimnasio.
No pasa nada: es el momento de aprovechar el buen tiempo y correr por la playa al amanecer, como en las películas y en las fotos de las revistas de turismo.
Claro que en realidad es el momento de entrenar de verdad y llevar esa vida activa con la que sueño todo el año y aplicar lo que he leído sobre entrenamientos con peso corporal. Quizá amortice el TRX más de lo que lo he hecho con la mensualidad del gimnasio todo el año...
Hace ya años que las lesiones y patologías crónicas asociadas a los guerreros de vacaciones y de fin de semana tienen categoría propia, hasta el punto de que hay clínicas con secciones especializadas en lesiones derivadas de deportes de invierno y al aire libre.
En las vacaciones, siempre demasiado cortas, hay que aprovechar para exprimir las actividades que ofrece el destino: correr por el Pirineo, alquilar tablas de surf y nadar durante horas, escalar en sitios exóticos y frescos.
O buscar la manera de no perder todo lo ganado durante el año en los viajes turísticos o en las estancias en playa y pueblo.
La cosa va por modas. La calistenia, ese conjunto de ejercicios con peso corporal que se pueden hacer en cualquier sitio son una buena alternativa para mantener la fuerza muscular.
Sólo que más exigentes, y con exigencia de control corporal: series de fondos a un brazo y muscle ups son lo último a la hora de grabar un vídeo de entrenamiento. Pero si no se han hecho antes, puede que codos y hombros reaccionen con el mismo disgusto que las rodillas ante los pistol squats (esas sentadillas a una pierna tan incómodas).
Hablando de hombros, ya hay quien anuncia terapias para después del verano buscando entre sus clientes a quienes se lanzan al tenis y baloncesto diario en verano, aprovechando las pistas de campings y urbanizaciones.
Los movimientos repetitivos en estos deportes tampoco son lo que más agradecerán esas articulaciones hechas al teclado, bolsas de la compra y volante.
En realidad, los hombros y la cadera tampoco agradecen las sesiones inmisericordes en la piscina, y menos aún la natación en aguas abiertas.
El oleaje obliga a un esfuerzo extra, pero con todo, ese no el mayor problema: las corrientes y la falta de experiencia provocan rescates a diario, en las playas guardadas. En las no guardadas, la cosa puede ser algo más que un simple susto.
En algún tiempo mítico, las vacaciones se valoraban por el tiempo pasado tumbados a la bartola y la cantidad de comida local ingerida; si alguna vez ese tiempo existió, en la época de las redes sociales y el SEO, permitirse la pereza y el aburrimiento debe contar con una buena excusa.
¿Algo más apasionante que recorrer los caminos de montaña? Al fin y al cabo, a día de hoy, todos hemos hecho un curso al menos de orientación, y la información sobre lo necesario para moverse en los Alpes, mapas e incluso previsión del tiempo está accesible a un clic ¿no?
Los servicios de rescate de Guardia Civil y la gendarmería saben mucho de eso: cada año los rescatados, con agotamiento, golpes de calor o deshidratación se multiplican. Corriendo, andando o en bicicleta, orientarse en montaña requiere algo más de experiencia y entrenamiento específico del que la mayoría logra acumular a lo largo del año.
Pero si hay una actividad donde la sobrevaloración de las capacidades físicas tiene consecuencias de las que cuesta olvidarse, es la escalada, sobre todo en la variante alpina.
Puede que sea el momento en que las autoridades empiecen a usar lemas algo más desmotivadores, algo así como “no basta con querer para poder” o “aunque te lo propongas, hay lugares por los que no puedes pasar, y a los que no puedes llegar” como parte de sus campañas de concienciación en salud.
El sentido común sugiere empezar de manera modesta, probando poco a poco lo que uno es capaz y no de hacer. A no ser que a uno se le ocurra alguna de las ideas que más prospera en verano: correr, al estilo de la obertura de Carros de Fuego, descalzo por la arena de la playa.
Es romántico y bonito, y no parece tan peligroso como ponerse en forma recorriendo los Picos de Europa. Es también la mejor manera de asegurarse, entre otras lesiones, una buena fascitis plantar. Pero la foto, a la puesta del sol, en portada de Facebook, esa, no te la quita nadie.