Hace cuatro años, un grupo de colegas decidieron liarse la manta a la cabeza y crear una carrera de montaña diferente a las demás. Como los galos del cómic de Asterix, se hicieron fuertes en sus comarcas y, con el paso del tiempo, han convertido una prueba local en un circuito oficioso de carreras; aún más importante, han conseguido que su filosofía cale en el resto de los corredores.
¿Y que tienen las Punktrails que no tengan el resto de carreras? Lo primero de todo: son gratis. Lo que estás leyendo: la inscripción a la carrera es siempre gratuita. Si quieres, puedes colaborar con la organización comprando una camiseta o un pañuelo, pero no estás obligado a desembolsar un dineral para enfrentarte a una carrera de montaña de las duras y entretenidas.
Porque si algo caracteriza a las Punktrails es su perfil: dos pruebas paralelas (una corta de entre 13 y 18 kilómetros y una larga que casi nunca baja de los 30) que te llevan por los rincones más escondidos de las sierras de Barcelona. Los organizadores son locales, por lo que conocen la zona mejor que nadie y quieren que los que los visiten se vuelvan a casa con una sonrisa en la boca y un dolor insoportable en las piernas.
En el camino, no te faltará nada: en estos años han conseguido que una amplia red de comercios locales y distribuidoras les cedan fruta, bollería, chuches y bebidas de todo tipo para que sus avituallamientos estén al nivel de las grandes pruebas. Para los más atrevidos está la opción más punkarra: cerveza fría en todas y cada una de las paradas de la carrera.
Si creías que los avituallamientos ya con eso serían perfectos, subo la apuesta: cada parada es una fiesta. Literal: en todas las que he corrido me he encontrado con todo tipo de caracterización, desde el campo de entrenamiento militar hasta el mercadillo gitano.
Sin ir más lejos, en la última que corrí me di el gustazo de hacer stage diving en un checkpoint lleno de heavys y en el último, de claro estilo mexicano, los más gallitos se podían tomar hasta un chupito de tequila. No te preocupes por los residuos: son locales, miran más por su monte que tú. Una vez acabada la carrera, recogen todo, quitan el marcaje y todo resuelto.
Como locales que son, aprovechan la iniciativa para apoyar a los que peor lo pasan en sus pueblos: en cada carrera se recogen víveres destinados a los Bancos de Alimentos de la localidad, que celebran cada vez que se organiza esta prueba. Rara vez se ha bajado de la tonelada de alimentos recogidos y es que, sabiendo que todo es por ayudar, mucha gente se deja a veces más dinero en lo que lleva a las Punktrail que en la inscripción que pagaría para una carrera: si sabes que ese gasto va a repercutir de una manera diferente, lo harás de una manera diferente.
Y para acabar, al llegar a meta te espera una fiesta increíble: comida de hermanamiento entre todos los corredores, totalmente gratis y con música. La gente disfruta, y es que los organizadores de estas pruebas han conseguido integrar a los atletas en la misma, en convertir cada prueba en una experiencia única.
Si ya estás babeando, avisado quedas: de momento, las Punktrails se celebran en los alrededores de Barcelona. Desde febrero hasta noviembre, una vez al mes verás a gente dando botes por el monte en pueblos de la comarca del Bàges. Las inscripciones vuelan, así que si estás interesado, te recomiendo que sigas a @Punktrails para estar al día de las novedades. Y si vives en Madrid, permanece atento: nos han chivado que dentro de poco el espíritu punkarra llegará a la capital.