A menudo, a los corredores no nos gusta correr con nada encima. Lo que nos gusta es correr, y cuanto más libres y ligeros, mejor. La cosa está en encontrar el equilibrio entre esas sensaciones deseadas y las necesidades que se tienen, en función del recorrido o del clima. Y sobre ese deseo, antes de nombrar los ya clásicos gadgets que existen para transportar líquidos mientras se practica la carrera a pie, hay una planificación fundamental, quizás más para los corredores de ciudad que los de campo.
1.- Que las fuentes de tu ciudad marquen el recorrido. Si bien en invierno la sensación de sed es menor, aunque nunca hay que descuidar la hidratación, cuando se acerca el verano hay que tomar una serie de precauciones. Una de ellas es saber dónde hay fuentes que funcionen. Lo normal es localizar una en algún parque cercano a tu domicilio, y correr en un recorrido corto y así pasar varias veces por la fuente.
En el campo también se puede hacer, pero hay que tener en cuenta dos cosas. Por un lado, que en verano los puntos con agua potable suelen desaparecer; y por otro, que por mucho que se conozca un recorrido las posibilidades de pérdida siempre son mayores que en la ciudad.
Prolongar un recorrido en verano más de 3 km, por ejemplo, puede ser suficiente para sufrir un golpe de calor.
2.- Cinturones de hidratación. Los primeros que crearon las marcas tenían pequeñas cantimploras adosadas en los cinturones, con enganches o con velcro. Es cuestión de gustos, pero ahora el cinturón que triunfa es el que lleva una botella de plástico de algo menos de un litro y que se coloca en la rabadilla. Permite al corredor desarrollar su actividad ergonómicamente equilibrado. No obstante, para algunas salidas largas, un litro puede suponer poca cantidad de agua.
3.- Botellas en la mano. Ya sean de plástico recicladas de agua mineral o preparadas para hacer ejercicio con ellas y con diseño ergonómico. Si bien ahora ya sólo se ven de las segundas, es lo han traído las marcas blancas a la democracia del running, hace años no era raro ver a algunos con botellas de plástico en las manos, y eso que en las carreras de trail, tener las manos libres reduce las probabilidades de caída.
4.- Camel Back. Sí, son esas mochilas con tubo que llevan con ciclistas de monte a la espalda, y que también son usadas por bastantes corredores de trail. Dos pegas: el plástico en el que lleva el líquido da un sabor asqueroso, si bien cuando se tiene sed ni se aprecia. La otra pega es que en los puntos de paso de las carreras o con agua de las salidas, resultan incómodas para rellenarse.
5.- Mochila de trail. Cuando se diseña algo para un objetivo preciso, el resultado suele ser muy bueno. Las hay, como todo en el mercado, de distintos precios. Son parecidas. Cambia el material y quizás la ergonomía de la misma. Tienen una capacidad reducida para transportar cosas.
Cortavientos, algo de frutos secos u otro tipo de alimentación de reserva, quizás alguna ampolla de agua salina (agua de mar filtrada), un frontal por si cae la noche o en caso de que la prueba empiece de madrugada o a altas horas… Para llevar el agua tiene un hueco en casa tirante de la mochila para meter sendas botellas. Las grandes carreras de ultrafondo se hacen con este tipo de mochilas. Normal.