A veces, puede considerarse una locura. A ojos de los que no corren, claro. Porque para los corredores es algo normal siempre y cuando se tengan claras las prioridades. Familia, trabajo (alguno habrá que cambie el orden de las anteriores) y después aficiones, incluso remuneraciones secundarias las carreras para algunos atletas de élite que se ganan el pan en otros trabajos.

Pero correr, es placer para todos. O sufrimiento del que nos gusta, donde esa agonía que nos produce satisfacción al correr después de una infernal jornada laboral o en una madrugada gélida, nos transporta al nirvana.

En mayor o menor medida, todos hemos corrido alguna vez estresados, sabiendo que no nos podíamos descuidar mientras corríamos, con el peligro de dejar olvidados a los niños en clases de natación, en la puerta del colegio, o en la casa de algún amiguito en el que los padres pudieran plantearse adoptar a nuestro niño ante nuestra ausencia, o quien sabe si llamar a los servicios sociales.

Aquí, algunos ejemplos, simplemente por empatizar. Varios corredores nos señalan sus correrías:

Pablo Pérez @pablolespaul, Grandes ventas de hardware en una IT.

“Me levanto a las 6am cuando quiero dejarlo hecho a primera hora ¡Y no soy el único! Hay una fauna mañanera por el Parque Norte ya constituida, casi siempre los mismos”, afirma. Pero su planificación, va más allá. “Normalmente echo al coche una mochila con dos o tres cambios y cuando puedo se usa, algunas veces toca reutilizar ropa húmeda y sudorosa”. A veces, tanto ir y venir, tiene sus consecuencias. “Perder las llaves de la casa o las del coche”, daños colaterales.

 

Prado Gutiérrez @pradogr, sales manager de la industria veterinaria.

“Quitarme la hora de la comida y comer un sándwich mientras sigo trabajando es un clásico. Lo de madrugar, esté donde esté, también lo practico”, señala. Además, “las zapas siempre van conmigo de viaje y antes de un hotel céntrico, prefiero uno a las afueras. Cada vez me gustan menos las cintas de los gimnasios”.

 

José Ramón Fernández, ejecutivo de una Multinacional de TI.

“Viajo por Europa tres o cuatro días por semana. En la maleta lo primero que meto son las zapatillas. Aprovecho cuando llego a los hoteles por la noche después de trabajar en Estocolmo, Roma, Varsovia, París... Me sirve para poner mis ideas en orden. Los horarios europeos hacen que la noche sea la única alternativa. Situación rara me pasó hace un mes: cuando  salía a correr me encontré a dos compañeros de trabajo que cenaban en ese mismo hotel con un cliente.

Aprovecharon que yo estaba allí para resolver unas dudas ‘rápidas’ que derivó en una reunión de dos horas vestido de "runner" con mi nada glamurosa camiseta técnica de la carrera popular de Aranjuez. Dos horas más tarde, salía a correr según el plan… y con un cliente satisfecho. Aunque correr sea fantástico, las prioridades tienen que estar claras”.

Running

África Martín @africaje, Técnico comercial de gestión de residuos.

“Muchísimo estrés y sabes cuándo empiezas pero no cuando acabas… Correr me ayuda a relajarme, a poner en orden mi cabeza, a cuidar más la comida, y a sonreír... Normalmente salgo por la noche. En invierno no hay ni un alma por la calle. A veces sé que voy a dormir menos.

Lo último más "loco" o el último "sacrificio" que hecho para sacar tiempo para correr fue en octubre. Me llevé el coche a la boda de una amiga en San Agustín de Guadalix, no bebí nada de alcohol y me fui antes de que terminara para meterme en la cama a las doce porque al día siguiente tenía la tirada más larga y decisiva antes del Maratón de Oporto. Aun así estaba feliz, no me costó hacerlo, eran tantas las ganas de hacer un buen entrenamiento al día siguiente que mereció la pena”.

 

Ángel Sánchez Díaz @contadordekm Jefe de Compras

“Para la preparación del maratón de Madrid, dos días a la semana mi mujer tenía "costura" de 17-18 de la tarde y pilates de 19:30 a 20:30, con lo cual yo ya vestido en mallitas, atravesaba el pueblo y la íbamos a esperar Martina y yo a la salida de costura. Le dejaba a Martina, entrenaba una hora y corriendo para casa, a estirar y a ducharme para que a las 19:25 Vicky pudiera ir a Pilates...todo muy cronometrado...cualquier fallo implicaba retrasos. Respecto a las horas de entrenamiento, he tenido días que me he despertado a las 5-5:30. A veces tienes un día de locos y encuentras hueco a las 23 horas”

 

Jordan Santos @jordansudafrica Exatleta, biólogo e investigador

“Martes y jueves entrenaba a las 18:00 en San Sebastián. Lunes, miércoles y viernes en Vitoria. Los sábados descansaba y los domingos lo hacía en San Sebastián a las 10.30 de la mañana. Había días que estaba en las tres capitales vascas: por la mañana madrugón -5.30- y a Bilbao a la Universidad, vuelta a Vitoria para comer y sobre las 16.30 coger autobús para ir a San Sebastián a entrenar. Y luego vuelta a Vitoria a dormir claro-.

No sé cómo podía sobrevivir con esa rutina, a día de hoy me sorprendo al mirar atrás. Sobre la hora más loca que he corrido… 4 de la mañana la noche antes de irme a Sudáfrica por primera vez en 2011.

Estaba nervioso: no podía dormir y me iba a pasar 24 horas entre vuelos y escalas. Otras horas poco agradables, series a las 6.30-7.00 de la mañana pelado de frío para después coger el bus a ver a la novia y pasar el día con ella en Bilbao (no habitual, cuando tocaba algún fin de semana).

Ahora… la universidad tiene horarios buenos”.