Pero, ¡espera!, ¡que también es tiempo de la operación bikini! Ay madre qué dilema, ¿pincho y caña, deshacerme de los michelines?
Antes de que entres en bucle, vamos a ver que no pasa nada si te das ese capricho (siempre que no sea un pincho de medio kilo, y una caña de 2 litros), y que puedes recuperarte con una serie de ejercicios.
Lo primero de todo es saber aproximadamente el número de calorías que has ingerido. Cada tortilla es un mundo, pero pongamos que de media un pincho típico de bar tenga unas 200 calorías, y una caña tenga unas 90.
Vale, ya sabemos cuántas calorías extra nos hemos metido entre pecho y espalda (¡y a muy buen gusto!). El siguiente paso es saber qué tienes que hacer para quemarlas.
Con una hora de paso ligero (paseo de rebajas, que llamo yo) habrás quemado ya el aperitivo, pero si no tienes tanto tiempo puedes correr un poco más de media hora.
Otra opción para los “anti-running” es hacer un trabajo interválico de alta intensidad durante 15 minutos.
Aunque para ser realista hay que tener varios factores en cuenta (además de las características de cada uno), y es que no tienen las mismas calorías una caña sin alcohol (unas 64 calorías) que una con alcohol (que puede llegar a tener hasta 146 calorías si se trata de una negra).
Lo mismo pasa con la tortilla. Los valores que he dado son para “pinchos estándar” de unos 100 gramos. Si el tuyo entra en el plato de sobra, pero tiene 5 dedos de altura entonces todo cambia.
En resumen, si estás en plena operación bikini pero te apetece darte un capricho en forma de pincho y caña, puedes hacer dos cosas: darte el gusto y luego darle caña en el entrenamiento, o ajustar tu capricho en cantidades y porciones, y así luego durante el entrenamiento tardarás menos en quemarlas.