Desde hace unos años, en Estados Unidos se están tomando el problema de la obesidad muy en serio, y no es para menos. Los últimos datos publicados en septiembre por el CDC han arrojado que la epidemia de obesidad se ha incrementado durante 2014, llegando hasta el 63% del total de la población.
Si esto fuera poco, no es un dato puntual, sino una tendencia que se mantiene al alza durante los últimos años, ya que en 2013 también superó los niveles de los años anteriores. En concreto, durante 2014.
- Ningún Estado tiene una tasa de obesidad por debajo del 20% del total de su población.
- 19 Estados tienen una tasa de obesidad entre el 30 y el 35%
- 3 Estados (Arkansas, Mississippi y West Virginia) tienen una tasa superior al 35%
- En total, la tasa media en todos los Estados Unidos es de 28,57%
Para hacerse una idea de la gravedad de estos datos hay que remontarse a los estudios que se hicieron con anterioridad. Así por ejemplo, en 1990, 10 Estados lograban estar por debajo del 10% en la tasa de obesidad, y no había ninguno por encima del 15%. Sin embargo, ya en 2000 ningún estado disminuía de ese 10% y ya había 23 con una tasa de entre 20 y 24%. En 2010, ningún Estado estaba por debajo del 20% y había 36 Estados con una tasa igual o mayor que el 25% con 12 Estados por encima del 30%.
Y todo ello a pesar de los ingentes esfuerzos de la Administración de los Estados Unidos para frenar una epidemia que no hace más que crecer. Tal y como afirman en la web del CDC “no hay una única y sencilla solución a este problema”, por lo que ha de ser una estrategia global entre gobiernos locales, estatales y central.
Aunque, quizás, gran parte del problema venga acarreado por dos factores importantes: la crisis económica, que, al final, provoca que se compren productos más baratos pero a su vez menos saludables; y, por otro lado, las campañas de publicidad de las grandes marcas de alimentación y comida rápida que, lejos de intentar solucionar el problema forman parte del mismo.
En Puerto Rico, por ejemplo, el problema de la obesidad es alarmante, ya que afecta a 7 de cada 10 puertorriqueños, una tasa superior a la del global de Estados Unidos, y con el agravante de que más del 18% de los niños menores de 5 años también lo padecen.