Nos encanta vivir atormentados por la culpa. Pues no. Se acabó. Esta machacante ola de calor nos lo va a servir en bandeja y, por fin, vamos a disfrutar a tope de uno de los momentazos que nos brinda el verano: tomar una cerveza bien fría.
A morro. En una copa helada. Solo o en compañía de otros. En la mesa. En la barra. El cómo o con quién es lo de menos. Lo único que importa es dejar que su efecto reparador haga de las suyas, hidratando nuestros castigados cuerpos estivales.
Y que lo haga sin que en, nuestras orejas, se escuche el susurro de ese angelillo plasta que viene a visitarnos cada vez que hacemos algo que, presuntamente, nos viene fatal para la dieta.
Para recordarnos, con su meliflua presencia, que cada sorbo puede ser el desencadenante del surgimiento de las dos palabras más temidas en esa época… ¡tripa cervecera!
Así si quieres aniquilar a ese dichoso personajillo alado que encarna la voz de tu conciencia cual si mosquito tigre se tratara, memoriza los múltiples beneficios que te aporta ese botellín que tan bien sienta. Y no dejes que nada, ni nadie, te amargue una cerveza.
1.- Más del 90% de la cerveza tradicional está compuesta por agua, porcentaje que aumenta aún más en el caso de las elaboradas sin alcohol. Consumida con moderación y por adultos sanos es, por lo tanto, una fuente ideal para nuestra hidratación y no un elemento peligroso para nuestra figura.
2.- Además de agua, contiene lúpulo y maltosa.
3.- Al igual que otras bebidas fermentadas, está incluida en la Pirámide de la Dieta Mediterránea de la UNESCO como Patrimonio Intangible de la Humanidad. El consumo diario ideal, según los expertos, es: dos cervezas, en el caso de los hombres; una, en el de las mujeres.
4.- Una lata -33 centilitros- tiene unas 150 calorías, cantidad que disminuye en forma directa proporcional al contenido en alcohol.
5.- Su consumo moderado, junto a una dieta sana, como la mediterránea, contribuye en la prevención de complicaciones cardiovasculares.
6.- Por su alto contenido en silicio, es un aliado para nuestros huesos, siempre y cuando, la tomemos en las dosis recomendadas.
7.- No hay argumentos científicos que avalen la existencia de una relación directa con la aparición de la conocida como ‘barriga cervecera’. Esta se debe, más bien, a unos hábitos nutricionales erróneos combinados con una falta de tono muscular.
8.- Investigaciones recientes han detectado la presencia en la cerveza de hasta 50 tipos de polifenoles que, ingeridos, tienen efectos beneficiosos sobre la presión arterial, los lípidos o resistencia a la insulina,
9.- Por su bajo contenido en alcohol y alta presencia de potasio, está considerada como una bebida apta para la rehidratación de los deportistas.
10.- Los carbohidratos presentes en su composición ayudan a evitar la hipoglucemia. Por lo que su consumo moderado nos permite recuperarnos con mayor rapidez de la pérdida de líquido corporal que supone el ejercicio.
También ayuda a mitigar los efectos de las temidas agujetas. Eso sí, los expertos recomiendan que la bebamos tras haber calmado nuestra sed con agua. Que sea la deseada traca final que recomiende nuestro esfuerzo.