“Diversos estudios han demostrado que los carotenoides facilitan la producción de melanina y son poderosos antioxidantes que disminuyen los efectos nocivos del sol en la piel, bloqueando parcialmente los radicales libres derivados de la radiación ultravioleta”, explica la doctora Carmen García Fortea, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
Los carotenoides contienen unos pigmentos que ayudan a dar color a la piel, siendo el tono anaranjado del beta-caroteno es más popular.
Ya solo hay que conocer esos alimentos milagrosos que frenan el envejecimiento, protegen y consiguen un efecto bronceador, ahí es nada.
Las noticias no pueden ser mejores pues “las frutas y verduras son una excelente fuente de carotenoides”, asegura la especialista que añade que son los responsables de la coloración amarilla, anaranjadas o rojiza de alimentos estrella como el limón, la zanahoria o el tomate, todos ricos en vitamina A y que consiguen que la piel adquiera un tono más oscuro.
Son productos además bajos en calorías, con los que matamos dos pájaros de un tiro de cara a este verano. La sandía, las granadas o los albaricoques son igualmente efectivos, así como verduras como las espinacas o la calabaza que tienen fitonutrientes y pigmentos, estimulan la melanina sin necesidad de que nos expongamos al sol más de la cuenta.
Para que podamos empezar a notar los efectos, debemos ser previsores, pues “es aconsejable seguir una dieta rica en fruta y verduras un mes antes de iniciar la exposición solar y mantenerla durante todo el periodo”, advierte la doctora.