Cuando comenzamos a correr, además de nuestra apariencia física, también suele cambiar nuestra manera de alimentarnos. Empezamos a disminuir la ingesta de productos con alto contenido en azúcares y grasas, dejamos los malos hábitos como el exceso de alcohol o el tabaco, y comenzamos a incluir en nuestra dieta alimentos que nos aportan la gasolina necesaria para afrontar nuestras sesiones de entrenamiento. También empezamos a prestar especial atención a la hidratación, convirtiendo la botella de agua en nuestra amiga inseparable.
Entre todos los alimentos de la pirámide alimenticia, los hidratos de carbono se han convertido en el componente principal de la dieta de cualquier corredor popular. Tal puede llegar a ser nuestra obsesión con ellos que los ingerimos prácticamente a diario y, por supuesto, nunca faltan en el día previo a una carrera.
Muchos maratones celebran incluso la famosa 'pasta party', una auténtica oda a esta comida italiana, un evento que reúne a cientos de corredores para comer pasta el día previo a una competición.
Y es que, a pesar de que podemos encontrar carbohidratos en multitud de alimentos, lo cierto es que la pasta se lleva gran parte del protagonismo, hasta el punto de dejar de lado otras viandas necesarias para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
Pero si hay un día en el que la comida se mira con lupa ése es, sin duda, el día previo a una competición.
De ahí que lo más importante, ante todo, sea que la dieta de cualquier corredor popular sea equilibrada. Incluso la ingesta de grasas, obviamente no en exceso, es necesaria para nuestro organismo.
Para evitar sustos y contratiempos el día de la carrera debemos tomar ciertas precauciones como, por ejemplo, no realizar experimentos con lo que nos vamos a llevar a la boca, especialmente a la hora de la cena. Si vamos a afrontar nuestra primera carrera y no estamos acostumbrados a cenar pasta, lo más aconsejable es no pasarnos con su ingesta ya que podemos pasar una mala noche y sufrir al día siguiente las consecuencias.
De hecho, es preferible que cenemos como lo hacemos habitualmente. Además, el simple hecho de cenar pasta no va a hacer que pulvericemos nuestra mejor marca ya que detrás de un buen resultado están meses y semanas de entrenamiento que podemos echar al traste con una cena copiosa que nos impida descansar bien y nos genere problemas de estómago.
Si optamos por la pasta, hay que tener mesura con la cantidad y con el aliño. Hay que evitar salsas picantes, condimentos que repitan, que sean pesados para el estómago, nos puedan provocar ardor, nos tengan toda la noche con el flujo gástrico de arriba a abajo y nos hagan ir al baño más de la cuenta. Se trata de conocer nuestro cuerpo y darle aquellos alimentos que nos sientan bien y nos permiten rendir al 100% en la carrera.
Se puede acompañar la cena con frutas que nos aportarán azúcares y glucosa, además de vitaminas, minerales y agua, fundamental para hidratarnos. También puede ser una buena idea comer un puñado de frutos secos, una fuente de energía extra muy importante.
Si los ingerimos media hora antes de una tirada larga o como avituallamiento nos aportarán mucha energía y nos ayudaran a evitar bajones de glucosa y las famosas pájaras.
Llegar bien hidratado a una carrera también fundamental, pero no es cuestión de un solo día. No basta con que el día anterior y las horas previas a una carrera nos hinchemos a beber agua o bebidas isotónicas. Es necesario que cojamos el hábito de beber agua con regularidad, especialmente después de entrenar. Pero sin pasarnos.
Tan mala es la deshidratación com la sobrehidratación. Si la noche previa a una carrera nos pasamos bebiendo, tendremos sensación de hinchazón en el estomago y nos veremos obligados a levantarnos al baño con mucha frecuencia, con lo que tampoco dormiremos bien.
Es fundamental controlar también lo que bebemos al levantarnos. Lo más aconsejable es desayunar y meter líquido al cuerpo con el tiempo suficiente para que nos haga la digestión y podamos ir al baño antes de que comience la carrera. Una vez metidos en faena, resulta muy incómodo tener que correr con ganas de ir al baño o tener que parar para hacerlo.