El efecto rebote, o efecto yo-yo, es uno de los principales enemigos de todas las dietas. Este villano, que siempre aparece si tu dieta no ha estado bien planificada desde el punto de vista médico y nutricional es lo que están sufriendo ahora una gran parte de los concursantes que han participado en el reality “The Biggest Loser” (El mayor perdedor).
Este programa, que se emite en la NBC desde hace 15 años, consiste en reunir a personas con problemas de sobrepeso para ponerles en forma en las semanas que dura el programa. Gracias a una dieta especial y al ejercicio físico, los concursantes logran resultados rápidamente.
Al final de unas tediosas semanas en las que se van viendo los progresos de los concursantes con sus cuerpos, la persona ganadora es aquella que ha perdido más peso durante el programa. Y claro, esto tiene sus ventajas y sus riesgos.
Ventajas como, por ejemplo, que hubiera personas que perdieran el 55% de su peso corporal, como Danny Cahill en la edición nº8 en Estados Unidos, o Helen Philips, que en la séptima edición también perdió más de la mitad de su peso corporal.
Sin embargo, un estudio del National Institutes of Health (NIH) de Estados Unidos publicado en la revista Obesity ha mostrado (y demostrado) el ‘después’ de los concursantes del reality.
Según han podido ver, después de seguir la pista a 14 de los 16 participantes de la octava edición del programa, encontraron que todos habían ganado una gran parte del peso que había perdido durante el programa, hacía ya seis años.
El problema principal por el que han vuelto a recuperar su peso es porque el metabolismo ha vuelto a un estado de “descanso”, un fenómeno conocido como “adaptación metabólica”, según indican en el estudio. Como media, ahora únicamente quemaban 500 calorías al día, cuando durante el programa su consumo calórico estaba casi 10 veces por encima.
Otro de los perjuicios que este show había provocado a sus concursantes era, como en el caso de Kai Hibbard, la pérdida de peso, problemas de tiroides y periodos menstruales irregulares. Otros también habían percibido daños en el riñón y problemas psicológicos clínicos.
Asimismo, productos alimentarios que antes no les afectaban tanto, ahora sí lo hacen. Sean Cahill, quien ha ganado 45 kilos desde que acabara su edición del reality, comenta que ve cómo sus amigos se toman cervezas y no engordan y sin embargo cuando él empezó a tomar cervezas después del reality ganó en poco tiempo 9 kilos. Ahora pesa 115 kilos.
Este estudio demuestra cómo al cuerpo humano no le gustan los cambios bruscos. Como el cauce de un río, este siempre vuelve a fluir por el mismo lugar y, si nuestro cuerpo se siente “atacado” por una dieta agresiva, al final terminarás pagando las consecuencias.