"La radiación UV es uno de los factores que más daña nuestra piel, y en verano esas radiaciones son más intensas y pasamos más tiempo expuestos a ellas. La piel fotoenvejecida muestra arrugas, manchas, pérdida de elasticidad, se produce una pérdida del contenido de colágeno, el cual es el encargado de dar firmeza a nuestra piel... También afectan a nuestra piel los cambios bruscos de temperatura, los aires acondicionados… y la sal y el cloro pueden irritar nuestra piel", enumera Eva Otera, cosmetóloga de Germinal, quien por todos estos efectos negativos recomienda recuperar el buen tono en cuanto abandonemos la hamaca.
Lo primero que hay que hacer es dar de beber a nuestra piel, pues los factores climáticos habrán contribuido a deshidratarla. ¿Y cómo reconocer si necesitamos un extra de hidratación?, en primer lugar reconociendo su sequedad.
"Una piel deshidratada es aquella a la que le falta agua, sin que haya que confundir con piel seca. Si el contenido de agua del estrato córneo disminuye por debajo del 10% se considera que la piel está deshidratada, la función barrera está alterada y a la piel le cuesta retener agua. Una piel deshidratada se caracteriza por aparecer tensa, con falta de elasticidad y suavidad, aparece mate, sin brillo y rugosa. Aparecen arrugas de deshidratación en pómulos y contorno de ojos", describe la especialista.
Para ello será necesario nutrir por dentro y por fuera, beber dos litros de agua al día y aplicar una crema hidratante adecuada a nuestra piel. Otro de los aspectos que deberemos cuidar a la vuelta de las vacaciones es el temido acné, se va el moreno y aparecen los granitos. Habrá que remediarlo.
"Aunque la exposición al sol tiene un efecto bactericida, es decir, que puede eliminar las bacterias implicadas en la formación del acné, tiene además un efecto antiinflamatorio que mejora de forma transitoria el aspecto de la piel, pues como mecanismo protector de la radiación solar, la piel aumenta ligeramente su grosor lo que ocasiona posibles obstrucciones en poros y afecta de forma directa a la formación de acné. Cuando la exposición al sol disminuye, desaparece el efecto antiinflamatorio pero el engrosamiento de la piel permanece, y se produce el efecto rebote: el acné reaparece", aclara Marian Ibarz, responsable técnica de Armonía.
Nada que no solucione someterse a exfoliaciones periódicas, aconseja Ibarz. Es precisamente este procedimiento uno de los tratamientos imprescindibles también para recuperar la piel y hacer que luzca más uniforme y luminosa.
Como explica Eva Otera "la renovación de las células de la piel se produce cada 28 días, las células van ascendiendo a través de las distintas capas de la piel hasta la superficie, donde en forma de células muertas se van eliminando dejando paso a células nuevas. Con el paso de los años este proceso se hace más lento, y la acumulación de estas células muertas hacen que la piel aparezca más apagada", siendo esta la razón de la necesidad de eliminar las células muertas de la superficie de la piel y conseguir así una apariencia más radiante.
Las zonas más expuestas serán aquellas a las que deberemos prestar más atención, rostro, escote... Después del verano toca mimarlas más de la cuenta siguiendo tres pasos básicos: limpieza, hidratación y protección.
Hemos disfrutado del sol y toca disfrutar de una piel sana el resto del año. La apuesta es por "realizar una exfoliación para eliminar impurezas y dejándola suave y uniforme, y utilizar un tratamiento que nos aporte un extra de hidratación, para que la piel se recupere de las agresiones sufridas en esta época en que está tan expuesta a los factores climáticos, como pueden ser mascarillas o ampollas especialmente formuladas para aportar un plus de hidratación cuando la piel más lo necesita", y esto sin olvidar, recuerda la experta de Germinal, seguir utilizando protección solar, la cual es imprescindible en cualquier época del año.
Estrenar piel en septiembre es posible, basta con ponerse manos a la obra y regalarle un "chute" de hidratación.