Existe una línea que separa al joven con una buena tableta y al señor con barriguita de más, ese momento supone un antes y un después en la vida de cada hombre, una dura realidad que no solo tiene que ver con la genética y el curso de la naturaleza. ¿Es inevitable entonces la "decadencia" con la madurez?, ¿por qué ocurre?
"Cientificamente podemos decir que la 'decadencia' a nivel de parámetros físicos, fuerza, resistencia, flexibilidad, etc…, comienza alrededor de los 40-45 años; sin embargo, actualmente hay un número creciente de hombres que está sufriendo esta decadencia pasado los 30-35 años y la culpa es de nuestros hábitos y no de nuestra genética", explica Mario García Durante, Licenciado en INEF y preparador físico.
Los cambios suelen ser más que evidentes: el volumen abdominal aumenta, el tronco se ensancha, la grasa se acumula indiscriminadamente, se pierde tono en pectoral y hombros... Una transformación de la que solo se salvan las piernas, al contrario que en las mujeres.
A partir de los 45 años sí es normal que la genética comience a "hacer de las suyas", si comienza antes lo bueno es que la solución es más sencilla pues como señala García Durante "en hombres jóvenes de 30-35 años el culpable es el estilo de vida":
Entre sus clientes con este “problema” siempre ve dos factores principales:
- Estrés laboral: puestos trabajos de más responsabilidad, de más horas, por tanto menos tiempo de ocio y descenso del nivel de actividad física durante la semana.
- Paternidad: jugar con ellos, el colegio, actividades extraescolares, ayudarles con deberes, labores del hogar que se multiplican... dejan a padres y madres con un tiempo mínimo para entrenar.
"Todo esto lleva a una vida con un nivel de estrés altísimo y empezamos a comer peor, a entrenar menos, dormimos menos. Y es cuando llega la 'decadencia' prematura", comenta Mario.
Entre las múltiples razones sorprende cómo la paternidad puede convertirse en un lastre para el físico de los hombres, ¡sin embarazarse e incluso ahorrándose el parto! Sí, traer niños al mundo puede influir en que el abdomen más prieto desaparezca como por arte de magia.
"Afecta mucho porque ahora el hijo ocupa gran parte de ese tiempo libre en el que antes el hombre se iba a entrenar o se lo dedicaba a sus actividades. Se tiende a comer mucho peor, a hacer menos ejercicio y el que se hace es de mucha menos intensidad, es común oír que uno va a salir a correr un ratito o con la bici...", reconoce el preparador físico.
Los biberones nocturnos tampoco ayudan, está científicamente demostrado que dormir mal engorda, la falta de sueño produce un cambio hormonal y un desarreglo alimenticio que poco ayuda a mantener la línea.
La buena noticia es que son hábitos que podemos cambiar, en la mano de cada padre, de cada varón en general, está llegar a los 40 como cuando presumían de unos 25 bien llevados. Nuestro especialista nos da las pautas para que así sea:
"Para prevenir lo mejor es llevar unos hábitos saludables en cuanto a alimentación y actividad física, mínimo de 2-3 días a la semana, y organizar nuestro horario para conseguir respetar esas horas semanales para entrenar", dice el experto.
Si no tenemos tiempo es mejor que busquemos actividades de una duración más corta pero de una intensidad alta, o bien adaptar las anteriores para que haya un mayor estimulo. Es un error pensar que para no engordar o para adelgazar es mejor hacer actividades de larga duración y baja intensidad, como salir a correr o con la bici.
Las actividades con alto componente en fuerza y dinámicas son una buena opción. O si nos gustan actividades como correr, intentar incluir en ellas elementos de alta intensidad: cuestas, series, gradas, ejercicios de fuerza de piernas, tronco y brazos…
Que los años se te echen encima es inevitable, que lo hagan los kilos no. Descansar y hacer deporte es un buen tándem, ya sabiéndolo los niños solo serán tu excusa.