Si dormimos mal las probabilidades de atiborrarnos de alimentos poco saludables, alterar nuestro metabolismo y echarnos algún que otro kilo de más aumentan en porcentajes desorbitados.
Además, nos despertamos malhumorados y cansados y, en consecuencia, no tenemos prácticamente ganas de movernos al día siguiente y acabamos por saltarnos nuestro entrenamiento. Será mejor que dejes de hacer todas estas cosas antes de dormir si quieres disfrutar de una auténtica mens sana in incorpore sano, en serio.
1. Ojear las redes sociales. Quién no lo haya hecho nunca, que levante la mano. Pues muy mal todos. Ponerte a fisgar en posición horizontal y a pocos minutos de cerrar los ojos qué hacen o deshacen tus “amigos” o dónde han estado o dejado de estar tus “seguidores” te despejará más de lo que crees, especialmente si no pones en silencio el dichoso aparatito sin el que hace tiempo no sabes vivir.
Pequeñas interrupciones que aniquilan nuestros procesos regenerativos y ciclos circadianos alterando incluso nuestro metabolismo. ¿Habías escuchado eso de que se puede adelgazar durmiendo? Olvídate, porque así no.
2. Picotear en la cama. Lo primero de todo: asume que no te vas a comer una manzana verde ni una ramita de apio. Lo más normal es que te dé por picar algo dulce o comerte unas palomitas mientras ves una película tumbado en la cama -ojo, que ahora verás las terribles consecuencias de este hábito-, y estos alimentos, además de ser calóricos y grasos, suelen dejar desperdicios en las sábanas.
Claro, ya los sacudirás, pero mientras tanto tendrás que dormir entre migajas y trozos de chocolate después de haber cometido otra gran fechoría que no hace ningún bien a tu cintura: comer hidratos y azúcares justo antes de irte a dormir (e incluso mientras te estás durmiendo).
3. Dormir con la televisión encendida. Son muchos quienes tienen instalada una televisión en su dormitorio para poder verla desde la cama y así conciliar más rápido el sueño con el sonido de su serie favorita de fondo.
¡Error! La luz parpadeante y el leve zumbido de los sonidos de la tele, lejos de ser tan relajantes como te piensas pueden producir el efecto contrario. El brillo de la pantalla estimula nuestra actividad cerebral debilitando la secreción de melatonina, una de las hormonas imprescindibles para disfrutar de un sueño reparador y completo.
Deja que tu mente se relaje para evitar cansancio, tensiones y estreses que pueden repercutir en tu estado físico y mental durante el día.
4. Discutir. Para muchas personas, este momento de intimidad con su pareja -en ocasiones, casi el único en todo el día- es útil para ponerse al tanto de los ‘ires y venires’ del trabajo, los quehaceres pendientes de la casa o las relaciones con amistades y familiares.
Pero cuidado con tocar temas especialmente irritantes ni ponernos irascibles o llenaremos las sábanas de emociones negativas que pueden explosionar en una gran bronca descontrolada. Una vez más, intentar dormirnos con estreses y angustias no nos traerá más que una mala noche y excesos de grasa corporal.
Mucho mejor optar por unos mimos que nos ayuden a liberar endorfinas que aliviarán la tensión y nos dejarán dormir mejor. Piensa que cuanto más descanséis, os despertaréis con mejor humor y con menos ganas de soltaros algún que otro reproche de alcoba a primera hora.
5. Ponerte al día con cosas del trabajo. Similar a tu vicio con las redes sociales, atender llamadas a deshoras, revisar el email del trabajo o hacer una recopilación -aunque sea mental- de las tareas laborales pendientes, no encaja nada bien con tu idea de llevar una vida sana y equilibrada.
Nadie te va a dar la medalla de empleado del mes por quitarte minutos de descanso para asuntos laborales y así sólo te llevarás al mundo de los sueños tus estreses de oficina. Recuerda que, además de llevarte a un estado de nervios innecesario, estar estresado engorda y puede influir negativamente en los procesos naturales de quema de grasas.
6. Dejar que tu mascota duerma contigo. El eterno debate sobre si es o no beneficioso dormir acompañado de tu mejor amigo de cuatro patas está zanjado: no compartas cama con ellos. En un mundo ideal, tu mascota se tumbaría en tus pies y se quedaría plácidamente dormida durante horas, pero en la vida real se mueven, hacen ruidos, nos dan calor y nos quitan nuestro preciado espacio de descanso.
Tampoco tienes que cerrar las puertas pero procura que se queden cerca de la cama y no sobre ella para evitar problemas de sueño que pueden incluso derivar en insomnio -letal para tu salud mental y cintura- por querer estar a su lado. El roce hace el cariño, pero mejor de día y después de descansar a pierna suelta.