Todo se acaba. Lo bueno, lo malo y lo regular. Las vacaciones tocan a su fin e inevitablemente entramos en un estado de shock que, en casos extremos, linda con la depresión.

Lo denominan el síndrome posvacacional. ¿Los síntomas? Tristeza, apatía y una cansina de sucesión de lamentos, orales y escritos, del tipo: “¡No me lo creo, pero si hace nada estaba en la playa!” o “no puedo, no puedo, no logro concentrarme…”.

Habitualmente, esta dolencia del alma, de carácter transitorio, desaparece en un par de semanas pero suele manifestarse antes de que concluyan las propias vacaciones en forma de punzantes dolores de estómago que nos recuerdan que, como decía el Duo Dinámico, “el final… del verano… llegó”.

Así que antes de caer en las garras de la melancolía busquemos unos sólidos argumentos motivadores que nos hagan remontar el vuelo y retomar nuestra vida habitual… ¡a tope de poder!

1.- ¡Bajan las temperaturas: ¡Se acabaron las olas de calor y las tormentas de arena del desierto. Septiembre nos devuelve la sana costumbre de respirar con normalidad. Y, por fin, podemos volver a entrenar sin que esos malditos golpes de calor nos abofeteen los sentidos, dejándonos fuera de juego. Salir a correr o con la bicicleta vuelve a ser una experiencia saludable y apetecible.

2.- A tope de energía: El parón estival nos ha hecho perder algunos kilómetros de rodaje en nuestras zapatillas pero volvemos con las pilas bien cargadas, física y mentalmente. Tras un par de semanas de ‘pretemporada’, nuestras piernas, y nuestra cabeza, estarán al 100% de nuevo.

3.- ¡Volvemos a casa!: A nuestra cocina, nuestras comidas habituales. ¡A nuestra bendita cama! Dormir con el sonido del mar resulta muy relajante pero como nuestro colchón, y nuestra almohada, no hay nada. Esto es así.

4.- Nos reencontramos con nuestro grupo de entrenamiento: Como en la vuelta ‘al cole’, reencontrarnos con nuestros colegas deportivos es uno de los momentazos del año. Tras la oportuna narración de las batallitas estivales, llega el momento de ponerse manos a la obra y planificar seriamente cómo será la temporada de running.

5.- Regresamos a las expertas manos de nuestro fisioterapeuta, gesto que llenará de orgullo y satisfacción a nuestros sufridos músculos.

6.- Nuestros habituales escenarios de entrenamiento nos están esperando y lucen su mejor aspecto. Todavía no hace frío y la cercanía del otoño ha teñido los parques de una gama de marrones espectacular, convirtiendo nuestras sesiones en una delicia para la vista.

7.- Tenemos una nueva temporada de retos por planificar. Y para descubrir nuevos terrenos que mejoren nuestro rendimiento en carrera: natación, bicicleta, gimnasia, pilates…

8.- Los ‘bañistas’ desaparecerán de la piscina en la que entrenamos dejando, por fin, las calles libres para los ‘nadadores’.

9.- Comienza la temporada alta de carreras populares madrileñas. El 13 de septiembre se celebra la Melonera y, tras ella, Madrid Corre por Madrid (20/9) y una larga lista de citas que tendrán su apoteósico fin de fiesta el 31 de diciembre en la San Silvestre Vallecana.

10.- ¡Llega la Behobia! El 8 de noviembre tundra lugar la primera gran cita española para los corredores más duros que deberán completar los 20 kilómetros que separan Behobia (Irún) de San Sebastián, enfrentándose a un recorrido con fuertes desniveles.