Durante mi primer embarazo, observaba mi cuerpo ante el espejo y me preguntaba si alguna vez volvería a ser el de antes. "Olvídate de los pantalones pitillos para siempre" –me dijo un amigo-. A partir de ahora, sólo te entrarán los "petillos". Tenía razón. En parte. Seis años y tres hijos después, aquellos pitillos no me valen. Me están grandes. Mi cuerpo no volvió a ser el que era. Ni falta que hace.
Pero, poco a poco, volvió a su ser. Sin obsesiones, sin prisas. Siguiendo las instrucciones de los especialistas. Y tomándome a coña el bombardeo mediático con su pasarela de celebrities, posando ante la puerta de la clínica en la que acaban de parir embutidas en la talla 38. Puede que aquellas instrucciones no sean infalibles pero, a mí, te aseguro que me funcionaron. ¡Toma nota!
1.- Tener un hijo es la experiencia más hermosa jamás narrada. Disfrútala a tope. ¡Céntrate en ella!
2.- Haz oídos sordos a los comentarios. No te compares con nadie. No busques tu reflejo en famosas, recuperadas milagrosamente tras el parto. Detrás de sus 'milagros' hay un séquito de preparadores físicos, nutricionistas, cocineros y 'salus', encargado de hacerles la vida mucho más sencilla... ¡y descansada!
3.- ¡Enorgullécete de tu 'redondeces'! Tus pechos, tus caderas, tu vientre... Cada parte de tu cuerpo se ha transformado para cumplir tu misión como madre. Date tiempo. ¡Estás estupenda!
4.- Confía en la naturaleza. No hay mejor adelgazante natural que la lactancia. Con vez que das el pecho a tu bebé, tu cerebro libera oxitocina, conocida como la 'molécula del amor' o 'la molécula afrodisíaca'. Además de ser responsable de la bajada de la leche, la oxitocina actúa sobre el útero haciendo que se contraiga y vuelva a su tamaño habitual más rapidamente.
5.- No hagas tonterías con la comida. Durante la lactancia, olvídate de dietas. Come bien. Come sano. Tú bebé y tú lo necesitáis.
6.- No te precipites. Sigue a pies juntillas las instrucciones de tu ginecólogo. Un mal movimiento, un esfuerzo innecesario puede retrasar tu recuperación posparto.
7.- Comienza por actividades suaves. Aprovecha para dar largos paseos con tu bebé. Respira. Desoxídate.
8.- Tras una valoración por parte de tu médico, unas tres semanas después del parto, comienza con el trabajo de recuperación del tono de tu suelo pélvico. Ya sabes, ¡a tope con los Kegel!
9.- Si el parto fue por cesárea, no comiences a hacer ejercicio hasta, al menos, 5 semanas después del nacimiento de tu bebé.
10.- Estira. Vuelve a sentir tus músculos. Que, poco a poco, todo vuelva a colocarse.
11.- Trabajar tus músculos abdominales y tu suelo pélvico con la técnica hipopresiva. Ojo: busca a un buen profesional en la materia.
12.- Los expertos recomiendan no volver a correr hasta que hayan transcurrido tres meses, aproximadamente, desde el parto. Así que no te arriesgues. Busca alternativas: senderismo, pilates...
13.- Pasada la cuarentena, y siempre con el visto bueno de tu ginecólogo, lánzate al agua. La natación te ayudará a estilizarte y a recuperar una de las zonas en las que más se nota la huella del embarazo y, sobre todo, la lactancia: el pecho.