Hace 30 años veía la luz una película de bajo presupuesto y rodaje conflictivo que se convirtió, sin esperarlo, en un icono del cine de los años 80. Dirty Dancing superó todas las expectativas y Patrick Swayze y Jennifer Grey pasaron a la historia como Johnny y Baby, los protagonistas de una historia de amor, música y baile que ha marcado a varias generaciones.
Cada noche Christian Sánchez y Amanda Digón se suben al escenario del Teatro Nuevo Alcalá de Madrid para meterse en la piel del profesor de baile guaperas y la niña buena con ganas de comerse el mundo. Curiosamente, ninguno de los dos había nacido en 1987, año en el que se estrenó la película.
“Para mí ha sido muy curioso conseguir el papel de Johnny Castle porque mi madre adora Dirty Dancing, es como la película de su vida y resulta divertido que ahora sea yo el protagonista del musical”, nos cuenta Christian. Para Amanda, estudiante de ballet desde muy pequeña, también era un título de cabecera. Ambos tienen en común una potente formación en danza, canto e interpretación y fueron a por todas en las audiciones cuando se enteraron de que el musical se iba a producir en España.
“Yo estaba fuera y me preparé las pruebas a conciencia porque quería el papel protagonista, y aunque en un principio no me dejaron audicionar para Baby, porque no daba el perfil físico, soy muy persistente y poco a poco les convencí de que podía hacer el rol protagonista”, confiesa Amanda.
Christian, curtido en musicales como Hair, El Rey León, Fiebre del Sábado Noche o High School Musical tuvo claro desde el principio que Johnny era suyo… “Las audiciones fueron muy largas y muy duras, había mucha gente y a nivel de danza fueron muy exigentes. Además, una vez seleccionados por la productora y los directores italianos y londinenses, tuvimos que grabar un vídeo Amanda y yo para que nos diera el visto bueno Eleanor Bergstein, guionista de la película y responsable de dar el ok final a cada elenco del musical Dirty Dancing en todo el mundo”.
Química en escena
Si por algo se caracteriza Dirty Dancing es por la química que desprenden sus protagonistas y que aumenta a medida que avanza la historia. Christian y Amanda aseguran que tuvieron suerte porque entre ellos esa complicidad surgió desde el primer momento y no tuvieron que trabajarla.
“He tenido mucha suerte la verdad, estoy encantado y enamoradísimo de mi compañera porque ha sido espectacular poder conectar así desde el principio y eso no siempre pasa. Se agradece mucho trabajar con alguien en confianza. Hay una química muy especial, muy bonita, somos bastante llanos, naturales pero también inquietos y nos encanta probar cosas nuevas. A la hora de bailar juntos hay mucha complicidad y eso es algo imprescindible en estos personajes”, nos cuenta Christian. En eso los protagonistas españoles no se parecen a los actores de la película, que se llevaban fatal y se pasaron discutiendo todo el rodaje.
Aunque realmente sólo tienen que bailar juntos en el número final, al ritmo de ese famoso y oscarizado Time of my life, el número está tan grabado en la memoria colectiva que la coreógrafa les presionó durante los ensayos para que todo saliera perfecto. Amanda nos cuenta entre risas que, a pesar de ser ambos bailarines profesionales, ninguno de los dos había hecho nunca el ángel, esa espectacular cogida tan característica de la película.
Al igual que en el film, a ellos también les costó clavar el porté: “Ha sido un viaje muy bonito pero hay que ser sinceros, nos costó, pasaron semanas en las que empezaba a salir pero no era constante y nos presionaban diciendo ‘la gente viene a ver eso, si el ángel no sale, es como que la función se va al garete’. A media que nos fuimos conociendo y yo saltaba con más confianza y él encontró el punto exacto donde sujetarme empezó a salir y teníamos miedo pero, ¡ha salido bien cada noche!”.
Jóvenes pero preparados
A pesar de su juventud, Christian y Amanda han tenido clara desde niños su vocación artística. Ambos empezaron a bailar desde muy pequeños y combinaron la danza con otras disciplinas. Christian comenzó haciendo bailes de salón, algo que cree, le ha ayudado a dar vida a este Johnny Castle a la española. “No bailaba salón desde hace mucho pero quedan bases, te acuerdas y te das cuentas de que sabes más de lo que creías cuando te hacen ponerlo en práctica”.
Después tomó clases de flamenco, contemporáneo, clásico o salsa y no ha parado de estudiar interpretación y canto, sus otras dos pasiones. Se siente agradecido de haber podido dedicar gran parte de su vida artística a los musicales, porque afirma que son “la mejor escuela. He aprendido muchísimo en cada uno de ellos. Por ejemplo interpretar a Tony Manero en Fiebre del Sábado Noche me ha dado herramientas para hacer ahora a Johnny porque ambos tienen puntos en común”.
Amanda decidió marcharse a Londres a estudiar tres años de Teatro Musical porque quería aprender de la disciplina y la profesionalidad inglesas y allí formó parte del elenco de Dusty. De su formación destaca “la disciplina, no es por menospreciar mi país y la formación que se ofrece aquí, porque cada vez hay más y mejor, pero la disciplina. Allí hay mucho más trabajo pero más competencia, porque hay muchísima gente preparada y ya dan por hecho que bailas, cantas e interpretas bien. En Londres preparan las audiciones a conciencia, cuidan la imagen, están siempre aseados, hay una especie de solemnidad alrededor de todo este mundo que a lo mejor aquí no lo veo tanto, sobre todo entre los bailarines”. Ambiciosa y segura de sí misma, no se había planteado volver a trabajar en España pero decía que si volvía su país, quería que fuera con un papel protagonista.
Ambos tenían ante sí el reto de interpretar a dos personajes vinculados a los actores protagonistas. Lejos de intentar copiar a los originales, optaron por llevarse a su terreno a Johnny y Baby para que no se quedaran en algo superficial. “La película marcó una época, Patrick fue un sex symbol del momento con ese personaje con lo que es un gran, gran, gran reto para mí pero es maravilloso poderlo interpretar y el público viene tan dispuesto a disfrutarlo que ya eso anima mucho. Como actores encima de ese escenario estamos muy agradecidos”. Amanda cree que “es mejor empezar desde cero y darle tu propia esencia porque imitando te quedas en la forma y para transmitir te lo tienes que llevar a algo más personal”.
En plena forma
Subirse cada día al escenario y estar más de dos horas bailando, corriendo, cantando e interpretando les exige estar en forma físicamente. Ambos calientan a conciencia antes de cada espectáculo y en su tiempo libre Christian es fan del crossfit, del gimnasio y de la alimentación sana, y Amanda confiesa que camina muchísimo. En el gimnasio ella se dedica a hacer cardio para tener resistencia y tonificar musculatura pero cree que andar es el mejor secreto para estar en forma. “Los días de doblete voy desde la Latina a la calle Jorge Juan andando porque eso me prepara y activa para el show”.
Público entregado
Con lo que no contaban ninguno de los dos es con la respuesta del público cada noche en el teatro. “Es sorprendente”- comenta Christian- “hay mucho fanatismo, es algo que agradezco todos los días, salir al escenario con una disposición del público tan buena porque no lo había visto nunca”.
“Ha sido espectacular, un público tan entregado, el calor, el cariño, no es un musical al uso, viene de una película tan conocida que la gente se sabe las frases y hay mucha interactuación con el público; y tanto Madrid como Barcelona ha tenido una respuesta increíble”, apunta Amanda.
Además de continuar con este proyecto que tantas satisfacciones les está dando, ambos aspiran a llegar a la gran pantalla y tener una carrera como actores. Christian, al que ya hemos podido ver en varias series de televisión, estrena dos nuevos títulos en breve y Amanda sabe que le queda mucho por hacer en el teatro pero su sueño es verse delante de una cámara de cine. Los dos tienen claro que van a seguir luchando por cumplir su sueño teniendo como máxima aprender algo nuevo cada día.