¿Quién no ha fantaseado alguna vez con protagonizar un pasional y arrebatador tango de película? ¿Qué mujer no se ha visto seducida por esos tacones de aguja y esos vestidos abiertos que dejan al descubierto piernas kilométricas?
Eso por no hablar de galanes engominados que rezuman seguridad en sí mimos. La estética del tango llama la atención y, de hecho, es uno de los principales motivos por los que la gente se acerca a su mundo. Después, el sentimiento que despierta, la música y el ambiente es lo que hacen del tango algo adictivo.
El tango es un clásico, un 'must have' de los bailes en pareja. Reconocido a nivel mundial, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, son millones sus seguidores a lo largo y ancho del planeta. Es un baile sin edad, ni condición física, que pueden practicar desde adolescentes a ancianos, a su ritmo y su cadencia, disfrutando en cualquier momento de sus melodías y esas letras cargadas de melancolía y sentimientos.
Juanma y Natalia, y Mariano y Alejandra son dos de las parejas profesionales afincadas en Madrid más reconocidas a nivel internacional. Ellos nos cuentan los secretos de un baile que definen como "terapéutico”.
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Tal vez a los que se acercan de nuevas al tango les puede imponer la cercanía con la que se baila, un abrazo totalmente cerrado, con total conexión de la parte superior del cuerpo y dos personas cuya finalidad, según nos cuenta Juanma, "es llegar a ser uno solo, respirar igual, sentir igual, pisar igual, interpretar la música de la misma forma…".
Ese abrazo que para los que han mamado la cultura del tango es algo natural, pasa a ser su mayor atractivo en cuanto se prueba dos o tres veces.
"Cuando la gente tiene la oportunidad de meterse en este ambiente se da cuenta de que tiene la posibilidad de acercarse al otro, de entablar una relación de dos minutos, de abrazarse con una persona a la cual no conoce absolutamente de nada, y poder compartir en un momento una intensa relación donde la sensibilidad de cada uno está a flor de piel", confiesa Mariano.
Ese abrazo terapéutico permite a dos conocidos, o desconocidos, conectar y hablar un mismo lenguaje corporal y emocional que puede convertir un tango en una experiencia inolvidable.
Asociado normalmente a la nostalgia, la tristeza, el desamor y el drama, el tango permite bailar todos los estados de ánimo de una persona, ya se esté alegre, triste, inquieto o nostálgico. Juanma confiesa que siempre le apetece bailar, sea cual se su emoción o estado anímico de cada momento.
Diálogos sin palabras
El tango es un baile que Juanma califica como "un poco desagradecido", porque "los primeros meses uno siente que no avanza en su aprendizaje por la dificultad", pero pasado un tiempo, "entra en tu vida y se queda para siempre".
Para él una de las lecciones fundamentales es "aprender a escuchar e interpretar a la pareja, cuidar a la mujer, estar pendiente de ella y tener la delicadeza suficiente para saber indicarla, sin brusquedad… que sepa exactamente dónde debe pisar y hacia dónde se debe dirigir. La precisión es muy importante y darle seguridad es fundamental para que el baile fluya y evitar traspiés y accidentes".
Para Mariano se trata de "un diálogo donde el hombre tiene que proponer, y la mujer debe ser extremadamente sensible a la marca, intentando no adelantarse y confiando en su compañero. Además, sirve para socializar y lo que más le gusta a la gente es precisamente esa necesidad de afecto, de abrazo, de contacto, que suele resultar muy gratificante".
Mens sana in corpore sano
Todos los que lo practican califican el tango como una actividad física y social perfecta y completa para trabajar cuerpo y mente. Está comprobado que facilita la circulación sanguínea, siendo beneficioso para el corazón y mejora notablemente la coordinación y la agudeza sensitiva.
Mariano nos explica que "cuando se trabaja a un nivel profesional o de exhibición, es además un ejercicio muy completo, casi un deporte, sobre todo de piernas, porque muchas veces se baila sobre un pie, y el equilibrio es muy importante. En el escenario, además, se ven saltos, giros y portés que hacen que los bailarines de tango tengan un cuerpo trabajado y orgánico".
Juanma destaca la importancia de la coordinación y, sobre todo, el trabajo de la memoria, pues se improvisa y hay que tomar decisiones rápidas, no sólo de los pasos a ejecutar, sino "cómo indicarlos a la pareja y cómo moverse en el espacio". "El tango te mantiene el cerebro activo y joven, porque hay que recordar estructuras, pasos, dinámicas, colocaciones del cuerpo para que esto funcione. De la cabeza a los pies trabaja muy intensamente", puntualiza Mariano.
Para todos los públicos
A pesar de su fama de elitista, la milonga, o el baile social, es apto para todos los públicos. La gente de nivel iniciación y medio baila sin parar, y los que son profesionales o tienen más nivel, cuando salen sólo procuran disfrutar de la música con parejas que interpreten o bailen con su misma sensibilidad. Para asistir a clase no hace falta ir acompañado y se trabaja en rotación para acostumbrarse a distintas formas de bailar y dirigir. Está claro que el tango es una buena forma de entablar pequeñas historias de pasión de apenas tres minutos que, además, potencian nuestra sensibilidad, trabajan nuestro cuerpo y mantienen nuestras neuronas despiertas y activas.